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Alfonso Guerra: Qué decías, qué hacías y qué hiciste (y II)

Segunda y última parte de la entrada "Alfonso Guerra: Qué decías, qué hacías y qué hiciste".
Ante una referencia por parte del entrevistador a los momentos en que Guerra sustituye a Felipe González, dice: "Yo te confieso que cuando asumo esos papeles tan de escaparate me siento como un paria, no es lo mío. Me gusta la introversión, la soledad, leer música". No está mal eso de que ejercer de presidente es un papel de escaparate. Elegante manera de criticar a su jefe. Lo malo es que quién se cree eso. El ejercicio del poder le encantaba. No hubo más que ver cómo se aferró a él durante toda su vida, ya fuera en el gobierno ya en el parlamento. Si no le llega gustar la soledad, todavía tendríamos que aguantarlo en las Cortes. Cinismo a tope.
En la misma línea cínica, más adelante dice: "Yo conservo la esperanza de dar una paso atrás, un salto atrás y volver a casa. Por ejemplo, yo, a todos los efectos, aún vivo en Sevilla, aún conservo mi residencia en Sevilla. Una señal que me ayudará a volver". Se ve claramente que no le ayudó nada a volver, pues pasaron varios quinquenios hasta que se produjo esa vuelta.
Luego, se permite una crítica la marxismo (no olvidemos que el P$o€ ya lo había abandonado): "La profundización de la democracia, profundización que solo puede emprender el socialismo, se basa en el paulatino protagonismo de la sociedad civil. El marxismo aún tiene en mantillas la cuestión de la sociedad civil. Ha descrito mucho, mejor dicho, ha definido mucho al Estado...pero no ha sabido describir el proceso del Estado hacia la totalidad democrática, entre otras cosas porque el marxismo no tiene modelos reales para ofrecerlos como ejemplo". Una imponente sarta de sandeces, como puede verse. A Guerra parece olvidársele (o quizás es que nunca lo supo) que Marx se refiere a la clase trabajadora, a los expropiados como sujetos del proceso hacia la superación del capitalismo, hacia la "totalidad democrática". No se refiere nunca al Estado como a un ente sumido en un proceso hacia esa "totalidad democrática", por la sencilla razón de que, como ente que representa a la clase dominante, la capitalista, propugna su desaparición. Todo lo más, transitoriamente, la clase trabajadora se hace con el Estado para acabar con la clase capitalista mediante la dictadura del proletariado; dictadura que opone a la dictadura burguesa. De ahí la estupidez de hablar de "democracia", en abstracto o como categoría absoluta, sin ponerle el apellido correspondiente; estupidez, o mejor intento de engaño, tan del gusto de los burgueses como Guerra. El entrevistado  nos muestra, pues, que el marxismo no es su fuerte o que trata de engañar o engañarse con respecto a él.
Y remata la cuestión así: "Una cosa es la inseguridad proyectada por el capitalismo y otra la modorra consentida por un estatismo congelador de la iniciativa humana, de un nuevo horizonte de progreso... Tal vez una cierta sensación de inseguridad estimule a las masas, las saque de esa modorra creativa en la que han caído". Resulta increíble esta abyección moral. Cuando el capitalismo en el poder, representado por el P$o€, está cerrando empresas, mandando cientos de personas todos los días al paro, cuando está poniendo todos  los sectores básicos en manos del capital para poder ingresar en la CEE; cuando está pasando todo esto, este sujeto se permite hablar de "modorra creativa" de las masas. Vázquez Montalbán le replica que si esa receta no llevará a un nuevo liberalismo, en el que vuelva a imponerse la ley del más fuerte. A esta crítica tan liviana, Guerra responde: "Hay que hacer posible una creatividad sin barbarie y un socialismo sin anquilosamiento". Esto debe ser un ejemplo de la cuadratura del círculo: Capitalismo inseguro, pero creativo y socialismo sin anquilosamiento, los dos juntos, acabando con la modorra de las masas. Otra estupidez como la de "Antes socialista que marxista" de su jefe Felipe.
Respecto de lo de la no salida de la OTAN, Guerra acude a la "razón de Estado", es decir, a la razón de la clase dominante. Y sin despeinarse nos espeta: "Pero sin un gobierno llega a la conclusión de que, por razones de Estado, hay que modificar esa conciencia social (se refiere a la de no estar en esa organización), su obligación es intentarlo". Al parecer, no había tal "razón de Estado" cuando España entró en la OTAN con la oposición de la P$o€. ¡Qué cinismo!
Y finaliza con un nuevo canto a la retirada de la primera línea política. "Me iré a casa y desempeñaré ese papel maravilloso del sujeto del poema de Jaime Gil de Biedma, De vita beata. Seré algo así como un roble arruinado que vive entre las ruinas de su inteligencia". Lástima los quinquenios que tardón en irse a casa.
De gente como este es de lo que está llena la PSo€.

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