En una entrevista concedida a El País, se atribuye al ciudadano Albert Ribera lo siguiente: La libertad sin igualdad es insostenible y la igualdad sin libertad es insoportable. La primera afirmación me recuerda mucho a aquella pregunta que se hizo Lenin: ¿Libertad para qué? Pero, claro, no creo que Albert esté en esa línea. Aunque tiene razón en la crítica, ya que viene a decir que para qué quiero libertad sino tengo igualdad; o lo que es lo mismo y se aproxima más a la literalidad de sus palabras: no se puede hablar de libertad si primero no somos iguales, si la igualdad no es una premisa indiscutible. Entonces, si es así, está dando la razón a Lenín: para qué quiero la libertad sino soy igual a otro o ¿cómo se puede decir que soy libre o que gozo de libertad si no soy igual a mis semejantes. Es decir, la desigualdad hace imposible la libertad. La segunda afirmación es, sin duda alguna, una tontería mayúscula, pues expresa un imposible: si todos estamos en condiciones de igualdad, ya